El gigante de la energía española Iberdrola anunció recientemente que ha llegado a un acuerdo para vender su negocio mexicano por US $ 4.2 mil millones, con una transacción que cubre 15 centrales eléctricas con una capacidad total instalada de 2.6 GW, activos operativos comerciales y una cartera de proyectos en construcción. La desinversión es un movimiento clave en el plan de inversión de la compañía para recaudar 55 mil millones de euros en redes de transmisión y distribución de energía, y se utilizará principalmente para proyectos de actualización de redes en los Estados Unidos (redes avengrídicas), el Reino Unido (ScottishPower Energy Networks), Brasil (Neoenergia) y España (I-DE).
Según el acuerdo, la valoración de la transacción se calcula en USD 1.6 millones por megavatio de capacidad de operación, que involucra 1368 MW de unidades combinadas de ciclo y cogeneración, así como 1232 MW de activos de viento y fotovoltaicos. El comprador promete avanzar en el desarrollo del proyecto bajo el marco de promoción de generación de energía de la nueva generación del gobierno mexicano y pagar pagos adicionales a Iberdrola después de que el proyecto se ponga en funcionamiento. Esta venta combina un aumento reciente de capital, el flujo de caja operativo y la liquidez existente para garantizar las necesidades de inversión futuras del grupo.
Iberdrola dijo que la estrategia ha mostrado resultados: su subsidiaria británica Scottishpower adquirió la compañía de distribución de energía eléctrica del noroeste de Inglaterra por 5 mil millones de euros el año pasado, llevando la base de activos regulada a 90 mil millones de euros en los próximos años, casi el doble del tamaño actual. Después de la retirada del negocio mexicano, el grupo se centrará en la modernización de la red eléctrica en el mercado central y se espera que mejore significativamente la rentabilidad a través de la inversión orgánica.
La transacción aún requiere la aprobación regulatoria y se espera que se complete en la primera mitad de 2025. El análisis señaló que este movimiento marca una aceleración de la transformación estratégica de Iberdrola de la generación de energía tradicional a los negocios de red regulado, al tiempo que optimiza la asignación de capital global a través de la rotación de activos.